December 4, 2019 455 PM
CANDELARIA — La semana pasada, la pequeña comunidad fronteriza de Candelaria celebró su primer festival comunitario.
Vino gente de toda la región, incluyendo de lugares tan lejanos como Nuevo México y el estado mexicano de Chihuahua. El objetivo del festival era celebrar la singular cultura e historia de Candelaria, dijo Víctor Sotelo Mata, ex alcalde de Ojinaga quien ayudó a organizar el evento.
Sotelo Mata, que habló con un intérprete, dijo que la mayoría de los asistentes tenía vínculos históricos con Candelaria, aunque también asistieron ganaderos locales, dijo.
Acudieron también las autoridades locales –incluyendo la Patrulla Fronteriza y la Oficina del Sheriff del Condado de Presidio– en un intento por forjar relaciones con la comunidad, dijo. Otro objetivo del festival era fomentar las oportunidades relacionadas con el turismo y los negocios para la remota comunidad.
A lo largo de las regiones fronterizas del Lejano Oeste de Texas, es habitual encontrar a gente que divide su tiempo en ambos lados de la frontera. Tome como ejemplo las ciudades hermanas de Presidio y Ojinaga, donde a menudo los lugareños mexicanos y estadounidenses cruzan la frontera para trabajar e irse de compras –lo que los funcionarios municipales de Presidio a menudo describen como una única ciudad dividida por un río y una frontera internacional.
Aunque, incluso según esos estándares, Candelaria es singular por su nivel de intercambio transfronterizo. Justo al otro lado de la frontera se encuentra el pueblo mexicano de San Antonio del Bravo. Durante años, Candelaria era conocida por su informal puente de cuerdas, donde la gente de ambos lados del Río Bravo podía cruzar sin tener que hacer un viaje de varias horas para pasar por el cruce oficial entre Presidio y Ojinaga.
Tradiciones como ésta han creado tensión en el pasado entre los residentes de Candelaria y las autoridades federales, especialmente después del 11 de septiembre, cuando los Estados Unidos reforzaron la seguridad fronteriza. En 2008, unos agentes de la Patrulla Fronteriza eliminaron un puente peatonal entre los dos pueblos.
“Sé que existe un vínculo inquebrantable entre los linajes” de ambos lados de la frontera, dijo un agente de la Patrulla Fronteriza a Texas Observer en 2016. “No obstante, esa es la línea que ha sido dibujada y es la que hay que seguir. En mi opinión, es blanco y negro. Si alguien cruza esa línea, habrá un castigo.”
En un comunicado enviado por correo electrónico a The Big Bend Sentinel, Matthew Hudak –agente jefe de patrulla del Sector Big Bend– agradeció a Candelaria por la invitación.
“Los eventos como éste permiten que la comunidad vea más allá de las placas y las insignias,” escribió, “y brindan a los residentes la oportunidad de interactuar con y llegar a conocer a nuestros agentes.”
La Oficina del Sheriff del Condado de Presidio no respondió de inmediato a las peticiones de realizar algún comentario.
El evento apto para familias se centró en la historia y en la cultura, dijo Sotelo Mata. Hubo un grupo de mariachis, comida, bailes y recreaciones históricas de bandidos parecidos a Robin Hood que antaño vagaban por la zona. “Todo el mundo que estuvo allí se vistió como en el pasado,” dijo. “Como durante la revolución mexicana.”
También hubo juegos históricos. En uno de ellos, la gente intentaba subirse por un poste aceitado para conseguir premios como dinero en efectivo y ropa. En otro, unos caballos fueron enviados en búsqueda del cuello de un pavo.
Y en un tercer juego llamado “Cerdo en Aceite” –la parte favorita del evento para Sotelo Mata–, un cerdo es aceitado y la gente intenta atraparlo. Quienquiera que lo consiga puede quedárselo.
Entre los asistentes hubo una única familia con vínculos con Candelaria que tocó música. No había regresado en casi 50 años, dijo Sotelo Mata.
“Para eso es el festival,” dijo. “Para que la gente pueda unirse y regresar a dónde creció.”
Marisol Ely contribuyó a este reportaje. Traducción de MIRIAM HALPERN CARDONA