January 15, 2020 118 PM
Érase una vez, Paul Ryan era el Presidente de la Cámara de Representantes, agitando una postal que, según afirmaba, simplificaría los impuestos para millones de estadounidenses. El Partido Republicano seguía ejerciendo un control trifecta sobre el gobierno federal y pasó las vísperas de la temporada navideña ideando la mayor y más polémica revisión de nuestro código tributario en las últimas décadas al aprobar una ley sin audiencias de la comisión y con tanta prisa que tuvo que aprobarla escrita a mano. El Presidente Trump salió por televisión para declarar que cada estadounidense percibiría 4,000$ de la Ley de Recortes Fiscales y de Empleo (TCJA, por sus siglas en inglés).
Esta semana se cumplen dos años desde que la TCJA fuera convertida en ley. Sin embargo, a no ser que usted sea una persona rica como yo, puede que estos dos años le hayan parecido una eternidad. Eso es porque el Partido Republicano aprobó un donativo de 1.9 billones de dólares a los ricos y poderosos, a la vez que simultáneamente afirmaba que simplemente no tenemos el dinero para financiar los programas de los que dependen los trabajadores estadounidenses.
Tras ver el impacto de los recortes fiscales de 2017 en los trabajadores estadounidenses y en la economía, está claro que simplemente no podemos permitirnos dos años más de donativos a los ricos y poderosos y poca cosa para todos los demás.
El Presidente Trump y el Partido Republicano afirmaron que los recortes fiscales desencadenarían inversiones masivas en nuestra economía, creando empleos, aumentando sueldos e iniciando una nueva era de crecimiento estadounidense. Según un análisis del apolítico Servicio de Investigación del Congreso, absolutamente ninguna de esas promesas ha sido cumplida.
En lugar de usar sus ingresos tributarios imprevistos de muchos miles de millones de dólares para reinvertir en sus empresas y crear nuevos empleos, solo en 2018 las principales corporaciones estadounidenses gastaron más de 800 mil millones de dólares para recomprar sus acciones. En lugar de subirles el sueldo a los trabajadores, aumentaron vertiginosamente los pagos a los directores generales hasta el punto de que el director general medio de las 350 mayores empresas gana más de 278 veces el sueldo del empleado medio.
Muchos individuos y corporaciones adineradas afirmaron al principio que los recortes desencadenarían una avalancha de donaciones filantrópicas y nuevas inversiones en la economía. Algunos –aunque fueron insignificantes– hicieron aportaciones únicas. Pero, por lo general, el uno por ciento acaparó abrumadoramente esa riqueza y la guardó, en lugar de dejar que se `filtrase´ de manera significativa. Incluso salieron informes diciendo que de repente los súper ricos se vieron inundados de dinero en efectivo que ya no sabían cómo gastar.
Aparte de las implicaciones fiscales, los recortes fiscales del Partido Republicano también representan un profundo fracaso de equidad tributaria. Los 400 estadounidenses más ricos pagan ahora un tipo impositivo más bajo –solo el 23 por ciento– que toda la mitad inferior del país. Gente como Jeff Bezos, Bill Gates y Warren Buffett pagan ahora un tipo impositivo más bajo que sus secretarias, sus limpiadores y la gente que prepara su comida. No es sorprendente que la desigualdad de ingresos esté ahora en su nivel más alto de los últimos 50 años, y que esté empeorando rápidamente.
La lamentable realidad es que pasados los dos años, es obvio que los recortes fiscales de la administración Trump solo benefician a gente como yo. Pero la parte verdaderamente odiosa es que lo hicieron a expensas de todos los demás. Estos recortes representarán un donativo de 1.9 billones de dólares al uno por ciento de las personas y las corporaciones más ricas, las personas de este país que menos necesitan ese dinero.
Quiero dejarlo sobradamente claro: cada centavo de ese donativo que está haciendo que aumente mi cartera es un centavo que podría haberse enviado a uno de los 99% de estadounidenses que trabajan para ganarse la vida y que devolvería ese dinero directamente a la economía, donde mejor se aprovecharía. Cada centavo podría haberse gastado en esos servicios imprescindibles de los que dependen ese 99%. Hay un millón de cosas que entran en esa categoría, desde las infraestructuras hasta la atención sanitaria y la lucha para combatir el cambio climático, pero no me corresponde a mí decir exactamente cómo debe gastarse ese dinero.
Sin embargo, como beneficiario principal de estos recortes, es mi obligación afirmar que de todos los lugares donde se podrían haber destinado esos 1.9 billones de dólares, la administración de Trump escogió el único grupo en este país que, indiscutiblemente, no los necesitaba. Mientras que la gran mayoría de estadounidenses simplemente no pueden permitirse dos años más de estos catastróficos recortes fiscales, se lo aseguro: la gente rica como yo estaremos bien si pagamos un poquito más al gobierno.
Morris Pearl es ex director gerente de Blackrock, Inc. y presidente de Patriotic Millionaires (Millonarios Patrióticos).
Traducción de MIRIAM HALPERN CARDONA
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Sobre los Patriotic Millionaires
Orgullosos “traidores a su clase,” los miembros de Patriotic Millionaires son estadounidenses, líderes empresariales e inversores con elevados patrimonios que están unidos en su preocupación por la desestabilizadora concentración de riqueza y poder en los Estados Unidos. La misión de la organización The Patriotic Millionaires es construir una nación más estable, próspera e inclusiva al fomentar políticas públicas basadas en los “primeros principios” de la representación política equitativa, un salario digno garantizado para todos los ciudadanos trabajadores y un sistema fiscal justo. Puede saber más en http://patrioticmillionaires.org/about/
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